3.- La recuperación de nuestra fauna

Bajo la presión de la civilización, animales y plantas están desapareciendo de nuestros campos y bosques.

La motivación del porqué se quiere reintroducir especies o aumentar las poblaciones de algunas de ellas son esencialmente dos. Reconstruir un paisaje animal o vegetal familiar, tanto por razones afectivas como científicas y, gestionar ecológicamente los espacios y las especies para mantener unos medios abiertos. Básicamente, los términos más importantes en la lucha contra la extinción de especies son: la reintroducción, que es la aportación de ejemplares de una especie desaparecida en una parte de su área de distribución, con el fin de reconstituir una población viable, y la repoblación, que consiste en la aportación de ejemplares de una especie cuya población disminuye, a fin de detener la regresión. Según los datos recogidos por el Ministerio de Agricultura en 1994, el 32% de las 635 especies de vertebrados españoles (368 aves, 118 mamíferos, 68 peces de río, 56 reptiles y 25 anfibios) está amenazado en su supervivencia y un 4% está ya extinguido. De los cinco grupos mencionados, son los mamíferos (con un 52,2%) los que cuentan con más especies amenazadas, y los anfibios y reptiles, los que menos. De los mamíferos, el 1,8% está ya extinguido; el 20% sometido a riesgos muy importantes; el 10,6% está y necesita una vigilancia especial, y el 19,5% no se conoce con precisión el grado de amenaza. Ahora, en el año 2010 estos datos son mucho más elevados.

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El fin de una especie, por insignificante que parezca a primera vista, puede modificar por completo el desarrollo de muchas formas de vida diferentes, pues la vida es diversidad. La biosfera, el conjunto de seres vivos de la Tierra, es un sistema enormemente complejo en el que todos los factores están interrelacionados entre sí. Teniendo presente lo dicho anteriormente, beneficiarios de recursos financieros importantes, sociedades de cazadores y sociedades de pescadores han estado durante mucho tiempo reintroduciendo animales de caza y peces muy diversos sin preocuparse de las condiciones previas para su desarrollo y capacidad de acogida de los medios, excluyendo por lo tanto esa preocupación real de restaurar o de consolidar a largo plazo una biocenosis e impidiendo una verdadera inserción en el medio de los animales soltados.

Con respecto a la fauna autóctona valenciana ya extinguida o en peligro de extinción, está el calamón (ave extinguida a principios de siglo); peces endémicos dulceacuícolas, como son el fartet y el samaruc (este último en grave peligro de extinción); tortugas de tierra y galápagos. Las causas de la entrada en los centros de recuperación de ejemplares son muy variadas, destacando las intoxicaciones por pesticidas durante el verano, que afecta básicamente a las aves acuáticas de la Albufera, y fracturas y contusiones producidas por armas de fuego. La mayor parte de los ejemplares atendidos fueron aves diurnas y nocturnas. Durante el otoño y el invierno, destaca la entrada de animales heridos por choques con líneas eléctricas, y durante el verano se producen entradas de animales con desnutrición y enfermedad, junto con pollos caídos de sus nidos. El último tercio del año es el que registra más entradas de animales, en especial noviembre, mes que coincide con el periodo álgido de la temporada de caza, ya que la mayor parte de los animales heridos por arma de fuego proviene precisamente de aquellas zonas que soportan una mayor presión cinegética, así como un mayor porcentaje de envenenamientos y atropellos. En el caso de intoxicaciones, es más problemático dado que los animales no se dejan capturar hasta que la intoxicación les afecta a órganos vitales o cuando la herida por disparo o choque les impide el vuelo. Los ejemplares que antes eran reliquias del pasado; ya son habituales del paraje, proporcionándoles el bienestar ecológico y las condiciones medioambientales adecuadas. El error de ayer es enmendado hoy con la aclimatación artificial del hábitat lastimado.