viernes, 26 de febrero de 2010

18.- Los animales también seducen: el cortejo es necesario para la supervivencia de las especies.


La ostentación con que los animales actúan durante el cortejo no es un acto gratuito sino una necesidad. Es, al mismo tiempo, un drama en el que los machos luchan por atraer la atención de las hembras. Sólo los más fuertes y sanos lo conseguirán y podrán de esa forma transmitir sus genes a las siguientes generaciones de la especie.

El encuentro entre el macho y la hembra ha de poseer elementos de reconocimiento específico mutuo que hagan posible el apareamiento. Estos elementos comprenden posturas y movimientos, llamados ostentaciones, que permiten que los sexos puedan reconocerse y acercarse mutuamente, evitando la tendencia al ataque por la agresividad del macho o por el rechazo de la hembra y evitando también la tendencia a la huida mutua. Por todo ello, el conjunto de ostentaciones conducentes a la fecundación, constituyen el cortejo.
Al principio de la estación reproductora, los animales realizan los despliegues más extraordinarios, saltan, bailan, se retuercen y dan volteretas, rizan las plumas, erizan el pelo, yerguen las espinas e hinchan el buche. Cuerpos que previamente eran poco llamativos relucen de pronto con brillantes colores y vivos contrastes.

Funcional y necesario.
Hasta hace poco tiempo, las extrañas acciones que realizaban los animales quedaban registradas simplemente como curiosidades y nadie intentaba llegar más lejos, ya que las acciones de cortejo eran en apariencia tan exageradas, que no parecía que los animales trataran el problema de la reproducción de forma seria y eficaz. Pero nada puede estar más lejos de la verdad, pues hasta el más extravagante de los rituales de galanteo es estrictamente funcional y necesario.
Como lo que se busca es captar la atención de la pareja sexual, nada lo consigue mejor que un repentino destello de brillantes colores o una serie de movimientos bruscos y ruidosos.
El cortejo es un drama no una comedia y, todos sus espectaculares despliegues tienen un significado especial. Cada primavera, cuando vuelven a reunirse los animales, surge el problema inmediato de encontrar o reencontrar al compañero. Algunas especies de aves que forman parejas duraderas son capaces de recordar la localización exacta del nido y de regresar con sorprendente precisión después de viajes de miles de kilómetros, pero muchas otras especies y todos los animales jóvenes en su primera estación reproductora, necesitan transmitir algún tipo de señal que anuncie su presencia en las zonas recientemente ocupadas donde va atener lugar la reproducción.

Fotografía perteneciente al contenedor de imagenes de Google.
Código: danza-del-cortejo-de-dos-cisnes-23979811.jpg

Durante la etapa del cortejo y la reproducción, las aves no son los únicos animales cantores, aunque ciertamente son los más melódicos. El chirriar de los insectos, el croar de las ranas y el ulular de los mamíferos, llenan el aire durante la estación reproductora; incluso algunas especies de peces se las arreglan para producir gruñidos y chasquidos en el agua, siendo el más ruidoso de los animales marinos las gigantescas ballenas.
Pero todos estos despliegues constituyen un riesgo para sus protagonistas, a menos que tengan la suerte de pertenecer a una especie invencible, pues sus señales rituales pueden atraer peligrosos depredadores además de potenciales parejas, pues en la naturaleza, todos oyen todo.

Delicado equilibrio.
Algunos de estos depredadores, aprovechan la necesidad que tienen muchos animales de anunciar su presencia con fines sexuales como ciertos murciélagos por ejemplo, que sintonizan la frecuencia del croar de las ranas en la época del apareamiento y salen de la oscuridad para atraparlas en medio de la canción. Por todo ello, es preciso llegar a un delicado equilibrio, pues los animales que hacen despliegues demasiado llamativos mueren y, por el contrario, los que envían señales difíciles de captar no encuentran compañera y su especie acaba por extinguirse.
Del mismo modo que las banderas y los colores nacionales en las sociedades humanas salen a relucir, sobre todo en las reuniones de grandes grupos o encuentros de alta competición como los Juegos Olímpicos, numerosas son las especies que viven en un determinado lugar, como por ejemplo, ciertas especies de peces que habitan el mundo de los arrecifes coralinos presentan los dibujos más complicados y los colores más brillantes de todo el mundo animal, al igual que las numerosas especies de aves acuáticas que se reúnen en lagos y pantanos presentando ornamentos y colores de complejidad e intensidad similares.
En el caso de las aves, para la hembra es importante elegir a un macho robusto y sano como padre de sus polluelos y uno de los signos de salud más seguros en un ave es la pulcritud y el brillo de su plumaje, y sus colores añadidos, llegando al increíble extremo de la cola del pavo real, que es el despliegue más elaborado en el mundo de las aves, llevando este mecanismo hasta el límite de lo posible.

Función sexual.
Casi todos los saltos y estremecimientos de los animales danzarines, pueden explicarse desde el punto de vista del conflicto entre el impulso de aparearse y el miedo a la agresividad. Estos conflictos son actualmente mecanismos para exhibir los brillantes colores sexuales y han adquirido una importante y nueva función sexual. Con estos despliegues, no sólo se excitan sexualmente, sino que sincronizan macho y hembra perfectamente su excitación para llegar juntos al clímax sexual.
Las ceremonias de cortejo pueden parecer cómicas, para los ignorantes ojos humanos, pero para la especie implicada constituyen un mecanismo esencial de comunicación en un momento crucial de su ciclo reproductor. Resumiendo, la función del cortejo principal es su carácter eminentemente agresivo por parte del macho, siendo su función básica la de permitir el acercamiento de los dos sexos para la fecundación, pues las hembras son biológicamente un recurso limitante, de aquí que se necesite más persuasión, siendo la importancia biológica del macho menor, pues puede fecundar varias hembras y, es éste el que ha de realizar mayor esfuerzo para convencer.

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