viernes, 5 de marzo de 2010

24.- El sufrimiento severo del toro


Este es simplemente un artículo de opinión, no un artículo científico.

Aquel que definió al toro como un animal excitable e irritable al máximo, un enfermo al que hemos llenado de ira y se la hemos sacado a flor de piel, no tiene cerebro, lo que lo tiene es pequeño por que lo tiene invadido por los cuernos.
Un toro de 4 años y 400 kilos de peso es un animal magnífico, un animal que no merece que le maten de esa manera tan dramática, veamos, el toro de lidia en un animal que vive con otros ejemplares de su especie, no es solitario, vive en manada y, protegido por su madre, vivirá un año y luego los separan por sexos. La manada de machos presentará una jerarquía muy rigurosa, con un macho dominante, siendo desafiado por otros machos.
Este comportamiento no difiere de los machos cabríos de nuestras montañas, y no por eso los despeñamos por las rocas a palos. Sólo el toro derrotado por el macho dominante, puede ser atacado por el resto de machos de la manada y al quedarse apartado del grupo se vuelve muy peligroso, pues le cauda miedo y pánico esta situación, situación que no mejora en la plaza de toros, sigue estando sólo, muy solo.

Fotografía perteneciente al contenedor de imagenes de Google.
Código: 220px-BouEmbolat_Almassora.jpg
Durante su vida en la libertad de la dehesa, sigue en manadas y se defiende de los potenciales peligros, igual que cualquier otro animal gregario. El toro actual en la plaza es un animal moribundo, pues en ese estado permitirá fáciles triunfos en las plazas, dado que presentará muy pocos problemas al matador. No hay igualdad posible, el animal sin fuerza es condenado desde el momento en que se le encajona y separa del resto de la manada, con el miedo en sus ojos se le coloca en un cajón, muchas veces atado por los cuernos al techo y, permaneciendo así durante mucho tiempo a altas temperaturas. Los toros estarán en contante estado de alarma, para rematar el estado, se le clava la divisa, más o menos es la primera puñalada de varios centímetros de profundidad y que empieza a causar la pérdida de fuerza. Cuando llega a la plaza, el toro tiene que escapar de esa situación adversa y si no hay salida, intentará luchar por su vida. Para evitar esa situación adversa, el toro embiste a todo lo que se mueve como defensa, no como ataque, para evitar su sufrimiento
Cuando el pánico llega al toro, no es en este lance, es en el siguiente. Herido y acosado por los miembros de la plaza, sale al tendido donde se encuentra sólo -recordemos que hace poco estaba con sus congéneres paciendo tan ricamente en su dehesa vigilados por el mayoral- en la plaza, se enfrenta al miedo, al público, al picador, al banderillero y al matador, por ese orden. Al miedo por su soledad, al público que le grita, palmea y pita. Al picador que le clava la pulla de varios centímetros para quitarle fuerza y poco a poco la vida mientras se desangra. Al banderillero, que le clava las banderillas como puñaladas y, que se mueven dentro de la carne desgarrándola y desangrándola. Al matador dado que con este lance, ahora si que son igual a igual, es decir el toro destrozado, cansado, desangrado y sin fuerza, frente al matador, más rápido y con armas más largas, que inflinge heridas internas terribles, que hacen que aún así, permanezca vivo por un periodo considerable de tiempo. Algo tienen ambas especies en común (torero y toro), su corta inteligencia.
El dolor es una condición biológica y está presente entre los animales desde hace millones de años. El dolor informa al animal, sea el que sea, de un problema serio en el organismo y tiene que evitarlo a toda costa. Nosotros, los humanos, no estamos encantados de un dolor de muelas o un irritante dolor de oídos o de cabeza o una quemadura. También dispone al animal para hacerle frente e intentar evitarlo. El estrés, el dolor y la posterior muerte del animal, tiene que causar un gran sufrimiento, ataca al bienestar animal, y debe ser perseguido y penado. Bajo este estrés, los toros en estas situaciones producen gemidos que podemos entender
Esperamos que Cataluña cambie la situación de las corridas de toros, igual que hizo hace muchos años Canarias, esperamos todos los que queremos ver los toros en la dehesa con las vacas y los terneros, que las corridas desaparezcan de todas las Comunidades Autónomas, mirándose al espejo de la sensatez y la responsabilidad y poniendo punto final a esta mal llamada fiesta, y mucho menos que esto sea de interés cultural, faltos de esa cultura están donde vive esa... en Madrid.

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