martes, 2 de marzo de 2010

21.- Sumisión, apaciguamiento y lucha en los animales: la agresividad emana de un estado colérico





Se entiende por agresividad al impulso que hace posible que un individuo esté dispuesto a luchar con otro, compitiendo en la explotación de un nicho,y sólo una mínima parte de la conducta agresiva animal puede caber en la descripción de violencia irracional

Antes de entrar concreta­mente en los temas pro­puestos hoy, vamos a co­mentar algunos aspectos del comportamiento agresivo en los animales. Cuando ocurren actos agresivos físicamente, éstos repre­sentan un extremo dentro de una secuencia de conducta social, gran parte de la cual es sutil y de ningu­na manera agresiva.
Antes del contacto físico entre dos rivales, se suelen presentar las señales de amenaza e intimidación, pues las motivaciones contrapuestas de ataque y huida pueden llegar a un compromiso, manifestándose os­tentaciones que participan de ambas en mayor o menor grado: son las ostentaciones de amenaza. Pueden ser suficientes para impedir el inicio de una lucha y resolver así el pro­blema por lo general fronterizo-te­rritorial entre los animales. Sola­mente cuando estas ostentaciones han fracasado y el adversario no se intimida, se recurre al ataque directo.

Fotografía perteneciente al contenedor de imagenes de Google.
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Típicamente las luchas terminan realizando el vencido señales de su­misión, que tienen una función de apaciguamiento. Estas señales co­rresponden básicamente a formas opuestas a la agresión, desapare­ciendo todas aquellas formas o pau­tas de conducta desencadenadas del comportamiento agresivo. Por ejem­plo, las orejas levantadas del perro, junto con la cola en su posición más elevada, erizamiento de los pe­los y cuerpo completamente erguido sobre las patas, son señales agresi­vas que tienden a aumentar el volu­men corporal, mientras que todas aquellas señales que minimizan al máximo la figura del vencido como son las orejas gachas, cola en su po­sición más escondida y cuerpo re­plegado entre las patas, son señales sumisas que inhiben la agresividad del vencedor.
Muchos elementos de apacigua­miento están tomados de la conduc­ta infantil, como es el lamido del ca­chorro del lobo o perro por la ma­dre, conducta que será utilizada por el adulto como señal de apaci­guamiento. Así, entre los primates, el contacto suave de la mano, to­mado de las relaciones madre-in­fante, tiene en el adulto un gran po­der de transmisión de seguridad.
En la especie humana, el con­tacto de la mano sobre el hombro transmite igualmente con­fianza. Lo podemos apreciar per­fectamente en el cuadro de Veláz­quez la rendición de Breda, don­de se entremezclan los elementos de sumisión del general Justino de Nassau, con la inclinación del cuerpo y el inicio de un grado de arrodillamiento, y los elementos apaciguadores del general Ambro­sio de Spínola, representados por la ligera inclinación del busto y el contacto de su mano sobre el hombro del general vencido.
Para terminar, cabe men­cionar las técnicas de lucha entre miembros de la misma especie o también lla­mada lucha ritualizada, la cual tiende a evitar el enfrentamiento cruento, perjudicial siempre para la especie. En su lugar, se desarrollan las luchas ritualizadas o torneos, que tienen por objeto medir la fuerza de los contrincantes. El más fuerte es reconocido como tal y, el vencido se retira sin llevar más le­jos la lucha.
Cuando los elementos dispersivos de amenaza no son su­ficientes, y se ha de llegar al con­tacto físico, se desarrollan luchas ri­tualizadas, en que las armas ofensi­vas se muestran como elemento de intimidación. Así, por ejemplo, los antílopes no utilizan la daga de sus cuernas para luchar contra un congénere, pero sí contra un león; los ciervos utilizan sus cuernas en la lucha contra un depredador, y las pezuñas contra un individuo de la misma especie y sexo. Las ser­pientes de cascabel enzarzan sus cuerpos y golpean sus cabe­zas, sin utilizar el veneno, en una demostración de fuerza, que el vencido reconoce. Los lobos se muerden con fuerza hasta que el vencido presenta señales de sumisión.

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