miércoles, 24 de agosto de 2011

187.- GRANDES CIENTÍFICOS-6: (Leonardo Da vinci).

     Artista florentino y uno de los grandes maestros del renacimiento, famoso como pintor, escultor, arquitecto, ingeniero y científico. Su profundo amor por el conocimiento y la investigación fue la clave tanto de su comportamiento artístico como científico. Es por excelencia, para numerosos artistas y científicos actuales, el genio del segundo milenio, adelantado en generaciones a su propia época.


Grande entre los grandes, Leonardo nació el 15 de abril de 1452 en el pueblo toscano de Vinci, próximo a Florencia. Hijo de un rico notario florentino y de una campesina, Leonardo era elegante, persuasivo en la conversación y un extraordinario músico e improvisador. Hacia 1466 acude a formarse al taller de Andrea del Verrocchio, donde se inicia en diversas actividades, desde la pintura de retablos y tablas hasta la elaboración de grandes proyectos escultóricos en mármol y bronce. En 1472 entra a formar parte del gremio de pintores de Florencia y aparece inscrito en el registro de la Compagina di San Luca como pintor florentino, en 1476 todavía se le menciona como ayudante es durante este periodo cuando estudia la anatomía humana participando en la disección de cadáveres.
En una carta, escrita en 1482, el artista se ofrecía como pintor, escultor, arquitecto, además de ingeniero, inventor e hidráulico y donde afirmaba que podía construir puentes portátiles, que conocía las técnicas para realizar bombardeos y el cañón, que podía hacer barcos así como vehículos acorazados, catapultas y otras máquinas de guerra, y que incluso podía realizar esculturas en mármol, bronce y terracota. Otra faceta fundamental de Leonardo es la de dibujante, en sus dibujos relaciona el arte con distintas ciencias como medicina e ingeniería al emplearlos como complemento de sus apuntes.
De 1495 a 1497 trabaja en su obra maestra La última cena, pintura mural para el refectorio del monasterio de Santa Maria delle Grazie, Milán. Durante su larga estancia en Milán, Leonardo también realizó otras pinturas y dibujos (la mayoría de los cuales no se conservan), escenografías teatrales, dibujos arquitectónicos y modelos para la cúpula de la Catedral de Milán. Su mayor encargo fue el monumento ecuestre en bronce a tamaño colosal de Francesco Sforza, padre de Ludovico.
Durante su segundo periodo florentino, Leonardo pintó varios retratos, pero el único que se ha conservado es el de La Gioconda , el retrato más famoso de toda la historia de la pintura, también conocido como Monna Lisa, este retrato representa a Lisa Gherardini, casada con Bartolomeo del Giocondo, mujer nacida en 1479, la obra fue adquirida por Francisco I por 12.000 francos. Leonardo funde la actividad artística y científica, si esta última fue minusvalorada por sus contemporáneos, en la primera fue valorado como un maestro que supo plasmar la belleza como ideal renacentista. Su técnica, realmente notable es el sfumato consistente en difuminar los contornos basándose en su teoría científica sobre el espesor transparente del aire.

Fotografía perteneciente al contenedor de imágenes de Google.
Código: leonardo-da-vinci.jpg
En 1516 se traslada a Francia a la corte de Francisco I, donde pasó sus últimos años en el castillo de Cloux, cerca de Amboise, en el que murió el 2 de mayo de 1519. A causa de que ninguno de los proyectos escultóricos de Leonardo fue finalizado, el conocimiento de su arte tridimensional sólo puede hacerse a través de sus dibujos. Idénticas consideraciones pueden aplicarse a su arquitectura. Sin embargo, en sus dibujos arquitectónicos, demuestra maestría en la composición de masas, claridad de expresión y fundamentalmente, un profundo conocimiento de la antigüedad romana.
Leonardo en su constante investigar realiza innovaciones técnicas en el campo de la pintura que hacen que alguna de sus obras corra el peligro de perderse al poco tiempo de su realización, así en la Santa Cena, tiene lugar un rápido deterioro debido al uso del óleo aplicado sobre muro. Es por excelencia, para numerosos artistas y científicos actuales, el genio del segundo milenio, adelantado en generaciones a su propia época.
El reducido número de creaciones que dejo Leonardo, por las continuas experimentaciones que hacía, tal como se ha mencionado anteriormente, junto con sus cuadernos que contienen dibujos, diagramas científicos y reflexiones sobre la naturaleza de la pintura, constituyen un legado para las sucesivas generaciones de artistas, llegando a ser igualado únicamente por Miguel Angel.
En definitiva, Leonardo fue pintor, escultor, ingeniero, arquitecto, físico, biólogo, filósofo, geómetra, botánico, modisto, inventor de juegos de salón y de utensilios de cocina, cartógrafo, autor de tratados de óptica, diseñador de jardines, decorador de interiores, urbanista, fundidor y un largo etcétera, y en cada una de estas facetas sus capacidades asombraron a sus contemporáneos. Posiblemente no haya en la historia de la humanidad un hombre con un historial tan completo.
A la muerte de Leonardo en 1519, a la edad de 67 años, siguió siglo y medio de indiferencia e incluso de hostilidad hacia la ciencia y floreció de nuevo la superstición y el fanatismo religioso, dejando poco lugar a la ciencia durante muchos decenios, pero fue un personaje que se destacaba por su profunda pasión por el conocimiento y la investigación, claros principios que destacaban su obra. Se constituyó en un claro innovador en el campo de la pintura dando lugar a la evolución del arte italiano durante mas de un siglo después de su muerte. Un creador en todas las ramas del arte, un descubridor en la mayoría de los campos de la ciencia, un innovador en el terreno tecnológico, Leonardo merece por ello el título de Homo Universalis.
            Terminamos esta breve pincelada sobre Leonardo indicando que, su vida personal es en gran parte un misterio; apenas han llegado indicaciones acerca de sus costumbres, gustos o defectos, se sabe que era estrictamente vegetariano, por sus cartas y escritos sobre anatomía, en los que llama a los omnívoros, devoradores de cadáveres. Aspiraba al conocimiento total, globalizado, pero no aspiraba a llegar a él por el camino del estudio de la revelación, como los escolásticos y los teólogos de los siglos precedentes. Comprendió y utilizó el auténtico método experimental un siglo antes de que Francis Bacon filosofase sobre él, y antes de que Galileo lo pusiese en práctica.

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